lunes, 16 de julio de 2018

Silencio


Se dice que el silencio es un ente imaginado. Al menos en esta tierra, presenciar el silencio total es un acto inconcebible por más apacible que sean las circunstancias de la naturaleza o las propias creaciones del hombre. Intentar invocar el silencio es pues un dilema. El viento, las criaturas del ambiente, motores vibrantes, gente conversando, melodías y un largo etcétera que nos aleja del él. Nuestros propios pasos, nuestra perpetua respiración son de igual forma ejemplos de qué tan apartados estamos de encontrarnos con el verdadero fenómeno llamado silencio.

Silence is Golden, Carol Sweetwood

Querer estar en paz, sentir que nada se mueve. Intentar cerrar los ojos sin ningún temor hasta desaparecer todo rastro de conciencia. Eso es anhelar el silencio. Eso es corresponder nuestra naturaleza humana a la aparente infinidad de una situación sin voz, sin sonido.

Hoy todo es ruido. Nadie se calla, todos tienen algo que decir aun sin tener la habilidad de hablar y mover la lengua para comunicar. Una palabra causa un estruendo que termina siempre derribando la protección que el silencio ofrece. Nuestros oídos están más activos que nunca. Estos son un par de máquinas que no conocen descanso alguno. Estamos evadiendo la simplicidad de vivir en silencio.

La búsqueda de convivencia con lo silencioso es un acto necesario. El simple hecho de estar cansado de escuchar se manifiesta en todos nosotros. Lo hacemos todas las noches cuando nos recostamos con el propósito de relajarnos para desconectarnos con lo real. El silencio se vuelve una necesidad cuando todo a nuestro alrededor lastima nuestros tímpanos y los hace querer gritar para intentar evocar irónicamente un poco de silencio.  
 
A Quiet Place, Youtube.com
En la película A Quiet Place nos enfrentamos a una alegoría que demuestra nuestra moderna esencia silenciosa. Los personajes deben hacer el menor ruido posible ya que diabólicos seres están siempre atentos y a la espera de percibir un grito o el simple sonido de hojas quebrándose bajos los pies descalzos para así poder atacar.
    Uno de los protagonistas, la niña sorda, representa la agonía de no poder escuchar y al mismo tiempo materializa una paz añorada por muchos. No poder escuchar es cuando el silencio nos abraza tratando de consolarnos y decirnos que allá afuera no hay nada que escuchar.

Sin embargo, después de todo lo dicho, la ubicuidad del silencio nos dice que basta con mirar a nuestro alrededor para convivir con él ya que después de todo el silencio no es la simple ausencia de sonido. Una planta en el corredor, el retrato de alguien en la pared, frutas en un cuenco, zapatos bajo la cama, el niño con hambre, el húmedo paisaje después de la lluvia, la mirada del amante. Todo aquello, ubicado en la cotidianeidad es, de alguna forma, sinónimo de silencio. 

¿Qué es realmente el arte?

Creo es obvio, pero debo advertir que las opiniones de la siguiente entrada son basadas en percepciones personales. Me he anclado a la lib...