Todos sabemos que el color azul se asocia al género masculino y que el
rosa al femenino. No explicaré el supuesto origen de esta práctica ya que me es
irrelevante. Lo importante, y quizá también preocupante, es que el famoso
estereotipo de estos dos colores tiene un poder muy grande sobre nuestras
mentes.
¿Quieres regalarle a tu hija una muñeca? Pues asegúrate de que esté
complementado con algún elemento rosa. Puede ser un bolso en miniatura o un auto
convertible que seguro la muñeca usará para dar un paseo por la playa. Ah, no
tienes hijas. Bueno, puedes regalarle a tu hijo el arma de juguete más grande
que te encuentres. No se te ocurra darle algo rosa, por favor.
Lo triste yace en que las niñas pueden, y repito, pueden sin ningún
problema usar cosas azules. Desde la ropa a los juguetes. Un niño, en cambio,
no puede usar el rosa. ¡Tienes que reprender al padre del niño cuyos zapatos
son rosados! Así mantendremos el supuesto balance entre géneros.
Por su puesto que tal balance
no existe. El niño y la niña son libres de jugar con todo lo que deseen ya que,
a diferencia de uno ya adulto, ellos jugarán con lo que les parezca más
atractivo. Las niñas tienen derecho a arrastrar un carrito por la tierra y los
niños de peinar a una muñeca rubia. Tienen derecho de decidir qué hacer con lo
que les guste. Olvídese de los estereotipos y no los reprenda. Sin embargo, es
obvio que la tarea principal de los padres es la de velar por la armonía física
y mental de sus hijos. No comprarles pirotecnia puede ser un ejemplo. Así que
si su hijo quiere vestirse de Elsa y simular que le lanza nieve por las manos
recuerde que se trata tan sólo de un juego. Si su hija mira Dragon Ball y ha
olvidado todas las muñecas que le han regalado en cada uno de sus cumpleaños,
pues permítase el gusto de acompañarla a ver semejante anime.
Todo empieza con los colores.
Después se viene lo más grande, con los llamados estereotipos.
Cualquiera diría: “¡pero usar esos colores es una forma de
identificarlos cuando nacen!” Claro, lo es. Pero nosotros no deberíamos caminar
por esta vida con un brazalete azul o rosa. De hecho, hay gente que no conoce
estas etiquetas. Basta con descubrir lo que es el daltonismo.
Por otro lado, el culpable de las distinciones de género es su propia construcción social. Es simple, a una niña, por ejemplo, se le educará como la sociedad moderna le dicta que debe ser educada. Es decir: el rosa será el color por excelencia, sus orejas serán perforadas, se le tratará con delicadeza, su cabello crecerá largo, podrá jugar con muñecas, se maquillará, se vestirá de princesa etc, etc. Básicamente se le impondrá un gusto y estilo supuestamente femenino. Ocurre lo mismo con los niños; los padres son los que los introducen de manera forzosa a los deportes u otra actividad de naturaleza "masculina".
Entonces, pasa que a los hombres y las mujeres se les enseña a tener un comportamiento en específico y al mismo tiempo se les lava el cerebro pensando que, por ejemplo, el azul es de niños y el rosa para niñas.
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