El toro se ha visto
obligado a completar un ciclo desafortunado. Nace, crece, se alimenta y termina
muriendo en medio de un ruedo. El toro no ha elegido cómo morir. Sufre la decadencia de valor y compasión del
humano. Mira como toda una masa de gente se reúne para verlo correr en círculos
y tratar de escapar corneando todo lo que se le interponga. El toro espera su
muerte con lentitud.
Los toreros son los héroes del lugar. Aquellos y aquellas que tienen el derecho de
matar sólo por su experiencia o herencia familiar. Si uno, como persona común, se
atreve a ir a un establo y mata a un toro estará condenado a ser llamado un
asesino. Nosotros, los no-aptos para vestir con leggins bordados en oro y usar ridículos sombreros, podemos
ser una de dos cosas: espectadores taurinos o personas pensantes. Los espectadores se valen
de la moda, la cultura y de un gusto al arte. Es sensato el valor inexistente
de esas cosas. Los hombres y mujeres que dicen apreciar la valentía del torero
y sus cómplices demuestran una ignorancia especial. Se emocionan al ver entrar
al toro y le aplauden diciendo “ole” cuando este ha dado un buen espectáculo.
Los demás, seres con materia gris, reprenden todos estos actos.
Al toro lo han
sentenciado con pena de muerte. Lo maltratarán y lo torturarán hasta que no
tenga fuerzas para avanzar. Finalmente, el “héroe del ruedo” toma un arma
blanca y la usa para atravesar el cuerpo del toro con la excusa de que así
morirá con rapidez. Por otro lado, el toro sufre de una tremenda culpa cuando usa sus cuernos
contra su verdugo y lo deja malherido, o en el peor de los casos, lo mata. La gente corre al auxilio del
humano y desprecia al animal. Esa es la desgracia del toro.
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Caballos son también utilizados en las corridas de toros. |
Y por si no fuera suficiente, se han creado más festivales de la crueldad. Como el llamado "torneo del toro de vega" en el cual se deja libre a un toro y hombres montados en caballos lo cazan con lanzas como si se tratase de una representación de la era de piedra. El toro sufre de nuevo.
Otra "fiesta" no menos bárbara es la denominada "toro de San Juan" en donde un toro se deja en libertad para ser literalmente el blanco de la gente. Los participantes lanzan docenas de dardos al toro para que al final este sea derrotado de un disparo. Lo más triste de todo es que esta actividad es declarada como bien de interés turístico.
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Toro de San Juan, público.es |
La tauromaquia o cualquier actividad que involucrae maltratar a un ser vivo no es un arte. No es entretenimiento, deporte, ni mucho menos un acto cultural. No hay manera lógica o humanitaria para defender estas prácticas. Exhibir animales y matarlos es en pocas palabras una situación de salvajismo humano.
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